La campeona de Europa conquistó Estambul después de una remontada que resume la inmunidad de La Roja
España está tocada por una varita celestial. Los ángeles españoles silenciaron el infierno turco con una remontada para recordar, con otro golpe de autoridad de la campeona de Europa, la que manda en el Viejo Continente. España superó un problema serio en el Ali Sami Yen, se marchó 1-0 perdiendo a vestuarios y fue capaz de darle la vuelta al asunto. Alonso empató de penalti y Riera, en la prolongación, obró la remontada con la ayuda de Güiza. El Mundial, en el que casi tenemos ya los dos pies, espera a La Armada Invencible.
Esta selección esta dotada de superpoderes, es invulnerable a los golpes que dejan heridas en el resto. No importaron los obstáculos, no importó que España perdiese en muchos momentos su identidad. La Roja acabó ganando, al borde del final como hizo en Bélgica, y dando otra bofetada de autoridad en el infierno que se preparó en Estambul. Los turcos salieron con la cara partida haciendo lo que tenían que hacer. El ejército de Terim no encuentra explicación a una derrota que sigue aumentando la autoestima de un equipo inmune, que no pierde la costumbre de la victoria.
Los turcos no tienen que estar contrariados con su rendimiento en los dos asaltos. Incomodaron y maniataron nuestro fútbol, pero no les fue suficiente. Es lo que tiene verse las caras con una España diferente, que tiene la victoria como fin, grabada en su escudo. El encuentro marchaba 1-1, todos lo veían acabado, y España se empeñó en ganarlo. Lo consiguió. Güiza, que llevaba 5 minutos en el campo, le ganó la partida a Emre Asik en la banda por inteligencia. El jerezano dejó de lado al zaguero turco y sirvió al corazón del área con la cabeza levantada. A Riera, libre por el arreón final otomano, no le tembló el pulso. Zurdazo raso batiendo a Volkan y golpe consumado. España gritó su nuevo sino, el de los ganadores.
Sufriendo sin daño
Del Bosque cambió de plan para recuperar en Turquía lo que nos faltó cuatro días antes. Número y talento en el centro del campo, con dos bandas pronunciadas, y Torres como referencia ofensiva. España, paciente, comenzó esperando el ímpetu de una selección turca guiada por las gradas. Las prisas, casi siempre malas consejeras, acabaron otorgando el cuero a España, que comenzó avisando con un latigazo de Riera desde la frontal que sacó Volkan. Por la izquierda, el mallorquín insistió y se sintió importante.
Y cuando mejor estaba la campeona de Europa, recibió una puñalada, ésa que al final resultó invulnerable para una España de acero. Un gran servicio de Arda Turan al corazón del área, lo recogió Tuncay, ayudado por el error en la salida de Marchena y Piqué. El '10' sólo tuvo que ceder a Senturk que, a puerta vacía, puso por delante a la selección de su corazón. Los de Terim encontraron premio cuando menos lo esperaban; y el duelo, entró en su pasión turca.
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