Campeón del mundoEl Real Madrid vence al Barcelona (2-1) en la final del mundial Sub-18 de clubes
El juvenil del Real Madrid se proclamó campeón del mundo de clubes al vencer al Barcelona por dos goles a uno en la final del Mundial Sub-18. El equipo que entrena Juan Vicente Peinado pudo remontar el tempranero gol barcelonista. En la primera mitad, los tantos de Carvajal y Sarabia dejaron en el marcador el dos a uno que resultó definitivo. El Real Madrid es el primer equipo español que gana este campeonato, tras los dos títulos de Boca Juniors y de Sao Paulo.
Las 2 mejores canteras del fútbol español frente a frente.
El destino, caprichoso, deparó una final del Campeonato del Mundo del Clubes entre Real Madrid y Barcelona. Su rivalidad histórica, una vez más, parece encaminada a alimentarse en cada torneo, incluso en las categorías inferiores, como si una especie de fuerza superior se hubiera propuesto alimentar la leyenda. De este modo se encontraban, de un lado, el equipo de Juan Vicente Peinado, tras una primera fase en la que supo rehacerse de la derrota inicial ante Sao Paulo, con la unión y el sacrificio como bandera; y de otro un conjunto barcelonista que proponía un estilo de juego fluido y orquestado queriendo emular a los hombres de su primer equipo.
La primera parte se saltó los protocolos iniciales y los acercamientos a puerta fueron constantes por parte de uno y otro equipo. El Barcelona, con las arrancadas de sus dos hombres en banda, proponía un estilo de juego eléctrico donde a los blancos se le permitían pocas concesiones en defensa. Mientras, los madridistas trataban de pausar el juego y darle un sentido concienzudo y racional a cada pase, con el fin de acercarse a la portería tratando de asumir el mínimo riesgo. Aun con esto, el Barcelona pegaría primero. Un disparo lejano de Sergi Roberto batía a Aleix, al que se le colaba la pelota al fondo de la portería tras golpear en su mano, incapaz de desviar la pelota fuera del terreno de juego.
El Real Madrid se repuso rápido, supo abrir el campo y empezó a generar más ocasiones de peligro, con destacada participación de sus hombres de banda. Carvajal se incorporó bien desde su posición en la defensa, arrancaba desde la medular y lanzaba un disparo suave y medido con el interior de la bota, que hacía inútil la estirada del portero. Con la igualada, el equipo blanco aumentó sus prestaciones al mismo ritmo que el Barcelona se debilitaba. y, poco después, sería Sarabia el que, revolviéndose en el espacio de una baldosa en el interior del área, se plantaba delante del portero y le colocaba un disparo raso, con la templanza y serenidad de un arquero. De esta manera, los blancos se marchaban al descanso con 2- 1 a favor.
En la segunda mitad los dos equipos protagonizaron una bonita lucha por la posesión, donde la patria potestad de la pelota caía intermitentemente a uno y otro lado. El Barcelona se encomendaba a los latigazos de calidad de sus jugadores más adelantados, y gozaron de alguna tímida llegada que solventaría el portero madridista sin problemas. Mientras, los blancos insistían por las bandas con el convencimiento de que por ahí podría llegar el tercer gol, que abriría brecha, y concedería el jugar con la tranquilidad de tener más lejos la sombra del empate. El paso de los minutos hacia a los jugadores blancos un poco más Campeones, pero se acercaban los minutos más difíciles de un torneo: los diez últimos. Ahí empiezan a aparecer los nervios, los temblores en las piernas, y el tiempo se convierte en el rival más duro. Pero es un lugar necesario para forjar Campeones, para conocer el verdadero valor de la victoria cuando el árbitro hace sonar su silbato. Ese sabor amargo permite apreciar, como merece, el dulce sabor del triunfo.
Con todo por decidir y nada que perder, el Barcelona se venía arriba y ponía en aprietos, con centros lejanos y varios saques de esquina, a una defensa madridista bien respaldada por el portero, Aleix, que se mostraba muy seguro arriba. Cada posesión de la pelota era un bálsamo para los blancos, que aprovechaban para ganarle yardas al campo y segundos al reloj. Así, incluso, los de Peinado demostraron su superioridad, llegando incluso a gozar de una oportunidad de gol con un disparo de Carvajal que se estrellaría en el portero. Poco más depararía el partido.
Pitido final y la fiesta caía para los blancos. El Juvenil B se proclamaba Campeón del Mundial de Clubes ante su mayor rival, el Barcelona. Las dos mejores canteras del mundo regalaron un partido cargado de nobleza, de señorío, y donde el talento fue el protagonista. Ni una sola patada mal dada, ni un mal gesto, en un partido que nos dejó un nuevo Campeón para ‘ la Fábrica’ que presume, ahora sí, por fin, de tener el mejor equipo de juveniles del mundo.
realmadrid.com
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